El Gobierno de Jorge Bush acaba de aprobar un presupuesto armamentístico que asciende a 401.000 millones de dólares. Los norteamericanos, preocupados por la seguridad, han apoyado en líneas generales esta iniciativa. Paralelamente, un informe de la ONU nos muestra que, sobre la población total del mundo, -más de seis mil millones de almas en el planeta tierra- más de 1.200 millones son adolescentes, “La mayor generación de adolescentes registrada en la historia” y… por su puesto que siempre la mayoría es pobre… pero para qué nos vamos a detener en esos datos que son pétreos y que siempre acompañarán todas las mediciones posibles… Concentrémonos en este otro dato: Estos chicos, que representan el futuro de la humanidad, deberían hacer una observación muy sencilla para ver este claro despropósito: si se invirtiera la cantidad de dinero que el Gobierno de los EEUU invertirá en armas para mitigar la pobreza del mundo ¿No sería ello una solución más plausible al problema de la inseguridad en Estados Unidos, e incluso, en el planeta entero? Lo que genera la violencia son, precisamente, las desigualdades. Ahora imaginen que si el presupuesto de un solo país destinado a las armas, puede ser útil para atender la pobreza del mundo entero con cierta inmediatez, lo que podría hacer el presupuesto armamentístico de todas las naciones, incluyendo instituciones ricas y poderosas como la iglesia, -que podrían abdicar de sus acciones a la fábrica de armas Magnum- y se reunieran todos para darle a esos recursos un destino más útil que armarse. La cuenta sería la misma, porque si repartieran ese dinero ya no tendrían necesidad de armarse, el mundo sería seguro, ya que la violencia es engendrada por el odio, y el odio es concebido por las desigualdades y la injusticia. Los terroristas no odian a los EEUU, precisamente por su solidaridad. Creo que un gesto como el “ut supra” mencionado cambiaría las cosas, el terrorismo estructural como el que se vive actualmente no es obra exclusiva de locos o fanáticos, sino de una lucha que quizás no podemos comprender. Creo que si el dinero usado para fabricar armas lo destinamos a erradicar la desigualdad y la injusticia, no tendremos armas pero tampoco tendremos necesidad de usarlas. Claro que si EEUU o el resto de las naciones o la iglesia, “las iglesias” o instituciones afines repartieran ese dinero, además, se cambiarían los esquemas económicos que rigen el mercado, y las cosas perderían valor, porque dejaría de existir la variable que –según los economistas- le da valor a las cosas: La Escasez.
Es tan evidente la falacia que rige las teorías económicas, sobre la escasez, que sostenerla a lo largo de los años genera violencia… En efecto, convivir en una sociedad observando a tantos que no tienen nada y a una minoría que lo tiene todo, ha tornado el mundo violento, muy violento. ¿Pero cuál es la receta del gran anfitrión a ese banquete de caníbales? Reprimir esa violencia, con más violencia, con armas, ejércitos, con muerte…
¿Pero qué puede esperar uno de un sistema diseñado en base a la frivolidad y la codicia? La pobreza es la esclavitud de nuestros tiempos… tal vez de todos los tiempos. El sistema capitalista necesita esclavos que sean pobres para que sus artífices sean ricos… El valor de las monedas se sostiene por su escasez. Me gusta imaginarme un cuento en el cuál EEUU reparte todo su dinero entre todos, y que a partir de ese día todos dejáramos de ser pobres y de un día para el otro nos transformáramos en ricos. ¿Pero quién podría dominar en un mundo donde los pobres se han extinguido? ¿Quién desearía pelear si en el mundo desaparecieran las desigualdades y la injusticia? ¿Quién podría explotar a alguien si desapareciera la necesidad de trabajar para subsistir y el único valor que podría remunerar bien mi trabajo fuera la dignidad? ¿Es tan difícil imaginar un mundo distinto? No, las cosas no valen por lo que son, sino por lo que representan… Si cada uno de nosotros, de un día para el otro, nos volviéramos ricos, quizás esa riqueza dejara de representar lo que en forma actual representa ser rico… Los bienes materiales dejarían de ser escasos, pero porque en realidad nunca lo fueron… Creo que esta nueva generación de 1200 millones de adolescentes llega a un mundo violento con ganas de pelear, y no creo que los puedan detener 401.000 millones de dólares destinados a armamentos. El mundo se torna violento, cada vez más violento y, lo peor de todo es que sería más sencillo que no lo fuera. Lamentablemente, los hombres que lideran el mundo, no comprenden que su tiempo se acabó, que estamos en una nueva era y que los esquemas que se vienen manejando desde antaño para que convivamos en sociedad, son obsoletos. Pero ello no es nuevo, a EEUU, pese a ser una de las primeras democracias, fue a uno de los últimos países que les costó comprender la abolición de la esclavitud e incluso tuvo que resolver este tema con una guerra civil. Ahora, al igual que antaño, les cuesta comprender que las desigualdades sociales ya no pueden ser sostenibles, que no puede convivir la sociedad entre unos cuantos explotadores y un sinnúmero de explotados. La economía no puede regir un mundo de valores forjados por la escasez cuando el mundo es de una abundancia inconmensurable y todos aquellos recursos están manos de unos pocos.
A la luz de la creciente violencia en el mundo, puede leerse que nuevamente este tema se resolverá con una guerra… Solo que la guerra, en esta ocasión, tiene características globales y trasciende las fronteras de EEUU… No es bueno esperar que las nuevas generaciones se transformen en soldados, tampoco en esclavos… pero todo parece indicar que esas son las opciones. Sería necesaria la aparición de nuevos líderes que contemplen esta evidente realidad, para que el futuro nos brinde nuevas opciones.

Luis Virgilio
24/11/03




Un mensaje para las nuevas generaciones en un mundo violento

 

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